Si bien Tejeda y Valsequillo son las capitales indiscutibles del almendro en flor en Gran Canaria también es cierto que la isla esconde rincones que además de sorprender todo el año por su propia geografía humana y paisajística revientan desde el 15 de enero al 15 de febrero, día más, día menos, a cuenta del mismo mato, como Guayadeque, entre las villas de Ingenio y Agüimes y que a mitad de cauce, según va ganando en altura, se abre en una postal para no perderse. Ayer, decenas de turistas, si no cientos, se arrimaron a esta esquina para pasar un día tan novelero como inolvidable.
Estalló el almendro en Guayadeque, el cauce que divide las villas de Ingenio de Agüimes, y que luce un nevado de flor que desde hace días ha convertido su barranco en la pasarela del mato isleño, especialmente a partir de Cueva Bermeja, primer pueblo en cueva, que es cuando la altitud se dispara por encima de los 600 metros, hábitat natural del individuo.
A partir de ahí, y pasando por Montaña Las Tierras, y de allí a la Caldera de los Marteles por El Zurco y La Cabezada durante aproximadamente unos cuatro kilómetros se encuentran no miles, "sino millones" de almendros, según el contar de uno de los decanos de Guayadeque, Bartolomé Rodríguez López, medalla nacional de bronce al mérito turístico y propietario y 'arquitecto' del restaurante Tagoror, establecimiento que se hunde en las entrañas del risco para disfrutar de uno de los más clásicos condutos trogloditas de la Gran Canaria subterránea.
El taponazo de flor que presenta Guayadeque contrasta un tanto con el de las cumbres que este año, con los calderos de agua que le han caído, se presentan algo sufridos. Y de hecho, mientras ayer caía un chubasco de limpiaparabrisas al cuatro en el sureste, era justo en la raya de los dos municipios donde la nube no entraba, quedando allí el filo entre lo húmedo y lo seco.
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